9 de mayo de 2010

CONSIDERANDO EL PRÓXIMO FUTURO A LA LUZ DE LA ASTROLOGÍA

Claves para una nueva conciencia


Por: José Gómez Manzano

Un verano caliente

Durante este pasado mes de agosto de 2009 el calor asfixiante junto a la crisis económica hizo estragos en todos los terrenos. El hombre del tiempo y algunos especialistas en economía han anunciado cambios hacia tiempos más frescos y prometedores, pero cuando uno se para a pensar y repasar el panorama actual tanto en lo climático, en lo político, en lo económico y en lo social no es capaz de saber a ciencia cierta hacia donde iremos con “ese refresco anunciado”, pues desconocemos los verdaderos ingredientes con los que está hecho ese “refrescante anuncio”, como pasa con la Coca-Cola. Es verdad que este agosto ha sido especialmente caluroso y pródigo en incendios, pero el calentamiento global de todo el planeta ya lleva algún tiempo afincado entre nosotros calentándonos en todos los terrenos y es sabido, por principio físico, que el calor acelera los “caldos de cultivo” y estimula el crecimiento de las “fases larvadas y embrionarias”.

Para darse cuenta de esta aceleración solo hace falta encender “la caja de los horrores” y padecer indefensos el recalentón propiciado e ininterrumpido de noticias, programas y de sus personajillos de tres al cuarto, que lo inundan prácticamente todo, y que exhiben orgullosos sus inmundicias auspiciados por una chusma de “periodistas” que los jalean, y por lo que son largamente pagados a la par que admirados y seguidos diariamente por una enorme audiencia de hipnotizados mentales y emocionales. Las películas o bien son de un horror truculentamente horroroso, o de violencia continua y gratuita, o de catástrofes suprer-apocalípticas o de sexo puro y duro despojado del salvavidas del amor. De las noticias que “se filtran desde los filtros de interés” a los telediarios mejor “no comment”, simplemente para llorar de impotencia y desconsuelo, además es sabido, por los contables de audiencia, que las buenas noticias no despiertan expectación y por ello no son consideradas como tales. Solo un mínimo porcentaje de las programaciones se podría salvar (calculo que sobre el 1%...), y eso haciendo un gran esfuerzo selectivo.

Si esa “caja de los horrores” es representativa de una media generalizada de la población, pues es muy fácil adivinar donde está y hacia donde se dirige esa media general de la “humanada” de los productores primarios (que producen los bienes desde la base) que cual reses de una descomunal ganadería, constituyen la ingente masa dócil y amorfa, sumamente manipulable, de la que sacan partido y engordan todos los super-predadores, predadores, carroñeros y descomponedores de la pirámide alimenticia de este “ego-sistema des-natural” nuestro, que hemos creado entre todos…



Una dirección en vía muerta

Por eso, solo impera el culto y la promoción de la imagen sin alma, el consumo exacerbado disfrazado con una seductora pero tétrica mascara de felicidad por la posesión de las cosas; la monoteísta y masificadora religión del fútbol y de algún que otro deporte; todas las demás religiones que siguen pretendiendo representar e interpretar a su “dios único” para así controlar a sus fanáticos creyentes; todas las políticas que nos usurpan el derecho a nuestro propio gobierno con el seductor engaño de ser solos ellos “los capaces” de hacerlo, cuando en verdad lo que buscan es el propio beneficio en el sistema que les mantiene; todas las otras mafias y terrorismos varios; y finalmente y desde el principio los “señores del poder y de la guerra” –banqueros usureros, magnates prepotentes y multinacionales despiadadas- los dueños y “supremos so-cerdotes” patrocinadores y manipuladores de este pervertido sistema, cuya única expectativa es crecer económicamente hasta que reventemos todos. Y no es que no haya nada bueno en este mundo que haberlo lo hay, pero pasa desapercibido pues solo la “mierda flota” y la vemos por doquier, como pasa cuando se remueven las aguas estancadas, y precisamente estamos en un momento de grandes removidas de fondo. Además nuestro propósito por ahora solo reside en analizar esos elementos desorganizadores y descomponedores, pues está claro que así “vamos en vía muerta”.

Imaginemos, por un momento, que alguno de nuestros familiares ya muertos, allá por los años 40 ó 50 del siglo pasado, apareciese por este barrio nuestro y lo pusiéramos al “pobre” frente al suplicio del televisor, diciéndole que lo que iba a ver estaba sucediendo realmente. En tal supuesto, es más que probable que sucumbiera ante el fuerte impacto emocional producido por el panorama actual. Sin duda creería que se encontraba sumergido en pleno apocalipsis bíblico y que la aniquilación del sistema establecido sería cosa de poco tiempo. Está claro, en este supuesto y por contraste, que cuando los humanos nos vamos acostumbrando a lo que sea, bueno, malo o regular, lo aceptamos sin juicio propio, como si fuera lo más natural del mundo, pues “las costumbres se hacen leyes”, más efectivas que las leyes jurídicas y sobre todo al margen de ellas, y hay expertos en establecer esas costumbres a ritmo acelerado, si es preciso, en función de los intereses de los todo-poderosos manipuladores del sistema.

Las señales y los signos del declive de cualquier entidad viva, ya sea social, cultural, de una civilización e incluso de la humanidad entera, no suelen variar esencialmente mucho entre si, aun cuando sean épocas y culturas diferentes. Son los síntomas que aparecen en cualquier sistema viviente próximo a sucumbir -como sucede con el propio cuerpo físico cuando se acerca su final-. La esencia de cualquier descomposición reside en el aumento creciente del desorden de un sistema vivo ya establecido y en la claudicación de sus defensas frente a las agresiones exteriores. La función de estos “mecanismos evolutivos” es la de eliminar un sistema caduco para dar paso a otro nuevo, pues según el dicho: “renovarse o morir”. Todos los síntomas, por más diversos que parezcan ser, son consecuencia de esos dos ejes desintegradores que, como los ejes de un molino, hacen girar las piedras moledoras del tiempo hasta convertirlo todo en fino polvo.



La vida es cíclica

Y es que nuestra percepción del tiempo restringe drásticamente la visión que podemos tener de la marcha inexorable de la gran rueda de la vida. Cuando marchamos sobre la superficie de este planeta, nuestra atención queda atrapada por nuestra propia marcha y consideramos las cosas en una secuenciación lineal, pues solo percibimos una mínima franja de su enorme esfera y a efectos prácticos esa restringida zona es para nosotros la “realidad”. No vemos ni podemos ver más allá y, aunque sepamos que la tierra es redonda y que en ella la vida es cíclica la percibimos, y por tanto la sentimos, de un modo lineal: primero una cosa y luego otra, ¡no muchas cosas a la vez, que si no, nos liamos!…

Pero la verdad verdadera es que la tierra y lo que en ella acontece es circular y cíclico y todo en nuestro universo participa de esa esencia de lo circular, de lo cíclico. Aún cuando estamos acostumbrados a percibir directamente pequeños ciclos como el del día y la noche o las estaciones anuales, incluso el ciclo de una vida entera (nacimiento, infancia, adolescencia, juventud, madurez, vejez y muerte), los consideramos como una sucesión de acontecimientos, pues no tenemos conciencia de su encaje dentro del proceso evolutivo del conjunto general. Pero hay ciclos mayores que incluso van más allá de nuestra historia conocida y esos ciclos o nos son desconocidos o a penas si sabemos nada de ellos.

Esta ciclicidad es la propia esencia dinámica del proceso evolutivo al que está sometido todo el Universo. Nosotros, una infinitésima parte de él, evidentemente no escapamos ni podemos salirnos de su ritmo pues ¡solo somos una pequeña nota más dentro la infinita sinfonía cósmica! Pero como nos hemos “aprendido” el ritmo básico de la pequeñísima parte de la sinfonía que nos toca interpretar, la canturreamos monótonamente, creyendo que todo marchará igual que siempre. El problema está cuando la sinfonía da paso a otro movimiento con amplias variaciones, cuando se varían los acordes, el ritmo e incluso la propia base melódica, en ese momento, si no estamos atentos al director de la orquesta, se formará un autentico guirigay.

Saber que llegará próximamente el otoño nos permite pronosticar que caerán la mayoría de las hojas de los árboles; que la temperatura media descenderá; que las borrascas atmosféricas formarán tormentas, ciclones y huracanes; y también que aumentarán los procesos gripales en general y otras sintomatologías. En definitiva, si se conoce el ritmo de un ciclo se puede pronosticar las pautas características que surgirán en sus distintas etapas y prevenirnos del mismo modo que cuando cogemos el paraguas porque se ha pronosticado lluvia. Pero si el ciclo es de un orden muchísimo más amplio en el tiempo, y por ello desconocida su evolución, los pronósticos se esfumarán en el vacio de nuestro desconocimiento.



El final de un ciclo

Sin embargo, aunque desconozcamos las características de un ciclo si podemos observar la sintomatología que nos ofrece un momento determinado y percibir en su conjunto de síntomas la posible fase en que nos encontramos.

En las últimas décadas hemos asistido a profundas transformaciones en todo el planeta y existe una alarma justificada debido al preocupante cambio climático, los movimientos migratorios, la crisis económica, la globalización de los conflictos y un sinfín de cosas más. Pero aunque nuestra atención está sujeta a los problemas mundiales del momento, con un ejercicio de distanciamiento en el tiempo descubriremos que los cambios que estamos presenciando son mucho más radicales y de largo alcance de lo que parece.

Somos testigos y partícipes de innovaciones y cambios acelerados, pero podemos observar sin gran esfuerzo que la conciencia de los seres humanos no se ha desarrollado a la misma velocidad que la ciencia y la tecnología, lo que está creando un peligroso desfase entre el instrumento y la conciencia que lo maneja, como si fuéramos unos niños jugando con pistolas de verdad y no de juguete. En un tiempo record hemos pasado del caballo a la nave espacial, de la espada de madera y las muñecas de trapo a los juegos de ordenador, de la carta escrita con pluma a la telefonía móvil e Internet, sin olvidar el resto de avances científicos y tecnológicos que han transformado profundamente nuestra vida y hábitos, eso sí, con resultados dudosos para nuestro equilibrio global.

Estamos viviendo un periodo histórico que parece confirmar el tan pregonado cambio de era que tiene lugar cada 2155 años aproximadamente. Hay quienes afirman que ya hemos entrado en la era de Acuario mientras que otros dicen que todavía está por llegar. En realidad poco importa la etiqueta que le pongamos a este periodo de transformaciones sin precedentes, que se inició a principios del siglo XX con la creciente industrialización, la aparición del automóvil, los primeros vuelos de aviones, el cine, la radio, la televisión y toda una serie de descubrimientos que hubiesen dejado perplejos a nuestros antepasados de hace tan sólo un par de generaciones

En los momentos actuales los síntomas indican, a las claras, que estamos en una fase destructiva de las formas que habían sido establecidas, en todos sus órdenes y a nivel global para todo este mundo nuestro. Como decíamos más arriba las fases destructivas se reconocen porque sus síntomas giran en torno a dos ejes: El aumento creciente del desorden del sistema establecido y la claudicación de sus defensas frente a las agresiones exteriores.

El primer eje, el del desorden, crea confusión, desconcierto y anarquía, al generar desorganización y descontrol dentro del sistema establecido, no hay puntos de referencia fijos que indiquen una dirección a seguir. Todo ello se manifiesta en las personas a través de la angustia, el estrés y la agresividad y sus consecuencias destructivas en todos los órdenes: violencia general y de género en particular, terrorismos destructivos, mafias criminales, etc., etc. Hace solo pocos años, pongamos un siglo, la sociedad estaba controlada por indiscutibles “instituciones de autoridad” que mantenían relativamente estable el sistema, como la iglesia, el estado y la familia (al menos dentro de la dominante cultura occidental), todo el mundo sabía a que atenerse para bien o para mal. Pero la industrialización a gran escala, las dos guerras mundiales, la lucha de clases y el desarrollo económico sin precedentes históricos convulsionaron hasta sus raíces las bases y principios de esa sociedad establecida. No quiero decir, ni mucho menos, que se deba volver a tales estados pretéritos, sino precisamente que esos patrones establecidos en la sociedad están muriendo para no volver y dando paso a otros nuevos aún por establecer. La muerte de un sistema total no es una cuestión breve ni baladí y su proceso en el tiempo responde a la dimensión del organismo moribundo y el organismo en cuestión es todo nuestro mundo. Pero los procesos de descomposición se van acelerando cada vez más a medida que nos vamos acercando a final definitivo. Como todo proceso de muerte pasa por unas fases determinadas hasta llegar a un punto de ruptura en que todo lo anterior deja de existir, del mismo modo que una enfermedad mortal concluye con la muerte del cuerpo físico.

El segundo eje, el de la claudicación de las defensas es consecuencia del anterior, pues el desorden crea desorientación e inseguridad ante la falta de “claridad” de los puntos de referencia que han sido considerados como validos, de tal modo que esos puntos de referencia, que actuaban como bastiones defensivos aportando seguridad, se han venido abajo eliminando su “protección”. Todo ello crea desconfianza, desesperanza, vacio interior, desánimo generalizado, etc. que se intentan acallar mediante supuestas seguridades que buscan cubrir cualquier eventualidad perturbadora: estados que pretenden cubrir toda necesidad, seguridad social, seguros para todo, vacunaciones masivas, consumismo acelerado, etc. Es la supresión de los síntomas, como si pretendiésemos eliminar un fuego dentro de una habitación de nuestra casa tabicando la zona incendiada para no verla, creyendo que así lo hemos eliminado. También la diversión-evasión exacerbada, el consumismo descontrolado y establecido tiende a acallar esa falta de defensas, pretendiendo llenar ese vacío existencial, en correspondencia con el dicho: “comamos y bebamos que mañana moriremos”.

El crecimiento económico continuo como única meta posible, el exceso de consumo que conlleva y el pretendido bienestar social engendran ingentes cantidades de basura (echemos un vistazo a los vertederos, por ejemplo) que contaminan nuestro medio ambiente hasta límites insoportables, sobre todo para los “países basurero” del tercer mundo que son los “depósitos de basura” de nuestra civilización. Evidentemente cuando a un organismo le faltan defensas le asaltan todo tipo de predadores y patógenos cuya misión es la de descomponerlo como tal organismo para reciclarlo y devolver sus unidades componentes para que formen parte de un nuevo ciclo vital.

Evidentemente el sistema establecido en este mundo nuestro se está derrumbando aceleradamente, sus patrones y normas de conducta han dejado hace tiempo de ser válidos y funcionales y es necesario que así sea, pues la evolución como humanidad está sometida a una presión que la lleve a un cambio sustancial y global, hacia otra humanidad de orden superior que integre en armonía el artificio tecnológico con los ritmos de la naturaleza, la capacidad imaginativa de la mente con el sentido integrador del corazón, pues de no ser así podría sucumbir en el transito. Estamos claramente en los finales de un gran ciclo, en un punto de no retorno que concierne a toda la humanidad como tal y necesariamente nos plantea un gran reto que hemos de afrontar.

¡Se hace necesario encontrar la salida!



Atisbando el por-venir

¿Que podríamos decir de este presente y futuro inmediato que tenemos encima? El presente ya sabemos cómo nos va y del futuro inmediato nos lo podemos ir imaginando, más o menos… Pero el futuro siempre es incierto aunque no por ello totalmente inaccesible, al menos para ciertas capacidades de intuición y clarividencia de algunas mentes y para la predicción analógica basada en la ciclicidad de los ritmos, que utiliza la Astrología.

La intuición clarividente es una facultad de la mente poco desarrollada e infrecuente en nuestra humanidad, pero no por ello una entelequia, antes bien puede ser fuente de inspiración y orientación frente al desconocido futuro. Pero como pasa con todo, el ser humano siempre pretende un beneficio, generalmente de tipo personal y con este tema aún más, pues si se puede conocer, al menos en parte, algo del futuro sería interesante manipularlo para ajustarlo a nuestros intereses particulares y aquí es donde perdemos y nos perdemos…

Imaginemos por un momento que cada uno de nosotros pudiera “hacer su futuro” totalmente a su gusto y medida, en tal caso habría necesariamente intereses encontrados y enfrentados que conducirían inevitablemente a la hecatombe general y además en muy breve tiempo: mis intereses y pretensiones chocan con los tuyos, los tuyos con los del otro, y así sucesivamente hasta dar la vuelta al mundo. Si fuéramos absolutamente los creadores de nuestro futuro habría tantos futuros diferentes como individuos somos, pero tendrían que ser futuros desconectados entre sí, solo uno para cada uno de nosotros, con nuestras componendas y pretensiones particulares que evidentemente no pueden ser las de los demás. Pero querámoslo o no somos una unidad y como tal funcionamos al unísono, por eso nuestro futuro está implicado con el de los demás y el de los demás con el nuestro.

Como decía José Ortega y Gasset, uno de nuestros grandes y escasos filósofos, “Yo soy yo y mis circunstancias”: “Con esta frase quiso decir que no se puede entender mi vida prescindiendo de las circunstancias en las que está implantada y en las que vivo. Y vivir es encontrarse viviendo, aquí y ahora, es darme cuenta de mí dentro del mundo, es enterarme, percatarme y tomar conciencia de mi coexistencia con el mundo que crea la circunstancia. Yo no me encuentro nunca solo, sino abierto y en relación con mi circunstancia, es decir, con el mundo, con "lo que no soy yo" pero que me envuelve”.

Por eso cuando pretendemos modificar nuestras circunstancias forzándolas, sobre todo aquellas que creemos nos son desfavorables, entramos necesariamente en conflicto con el mundo y también de resultas con nuestro yo personal (los dictadores son un ejemplo contundente de ello). El mundo gira y nosotros con él, pero nunca al revés, por eso el giro del mundo determina nuestras circunstancias como individuos. A nosotros como individuos solo nos queda ser espectadores para tomar conciencia del cambio circunstancial y actores para cooperar en armonía con él.

Por todo ello, yo personalmente creo que el futuro está establecido en un orden global superior, de algún modo incognoscible, nuestra tarea consiste en ir tomando consciencia de lo que nos trae de nuevo, y en esa tarea podemos aceptarlo o negarlo, en ello creo que radica la capacidad de elección individual que, en nuestra ignorancia, calificamos como libertad. Además el futuro nos tira hacia sí como la máquina de una locomotora que tirase del vagón del mundo y con él a nosotros que vamos dentro. La próxima “estación del futuro” ya está ahí esperando nuestra llegada y reconocimiento, de modo semejante a una estación física de ferrocarril que aunque no la veamos, por no haber llegado aún, no por ello deja de existir. La conciencia de nuestro transito por esa estación la ha colapsado (en términos de la física cuántica) en nuestro espacio-tiempo actual por el que estamos transitamos físicamente.

Los mensajes proféticos

Ha habido, hay y supongo que cada vez habrá más mentes capaces de dar “saltos cuánticos” en el tiempo que les permiten vislumbrar zonas del futuro aún no alumbradas para la conciencia general de todos los individuos. Hoy en día se sabe, gracias a la física cuántica, que la última y primera realidad subyace al mundo físico, late bajo el “edificio” de la realidad física, y es una realidad única y total más allá de todo lo físico, por eso se llama también el “Gran Vacío Virtual”. Es un campo total que lo abarca todo y donde todo tiene su origen, donde el espacio-tiempo no existe pues tal dimensión se produce por la generación de las partículas que emergen de ese “aparente vacio” y que con su aparición la están creando. Pero sin embargo la mente de algunos individuos (quizás de todos en potencia) parece ser capaz, de algún modo aún desconocido, de establecer “saltos cuánticos” dentro de esa “matriz universal” y alcanzar zonas que aún no se han manifestado, a la espera de que llegue su turno en el espacio-tiempo, pues esa matriz todo lo contiene en sí misma.

Esas mentes privilegiadas capaces de realizar tales saltos en el tiempo pueden informarnos de probables acontecimientos que se desplegarán para todos en el futuro, por ello sería provechoso y orientador escuchar atentamente que nos dicen y sobre todo para que lo dicen.

De los profetas y sus profecías todos hemos oído hablar, más o menos, y cualquiera que esté interesado puede conocer sus mensajes a través de los muchos medios de información que hoy existen. Desde las supuestas profecías de la Gran Pirámide; las del legendario Nostradamus; pasando por Benjamin Solari Parravicini, el llamado Nostradamus argentino de nuestra época (1898 -1974) por sus asombrosas profecías muchas de ellas cumplidas; hasta el visionario norteamericano Edgard Cayce. En el seno de la iglesia católica, la prodigiosa Santa Hildegard von Bingen, la sibila del Rin (1098-1179); las profecías de San Malaquias y el Apocalipsis de San Juan. Y fuera de nuestra cultura occidental las profecías de muchos pueblos indios americanos, y por sus destacadas predicciones, la gran profecía Maya.

Lo importante de todas estas profecías, y otras menos divulgadas, no es tanto lo que digan y como lo digan, pues su lenguaje suele ser críptico, simbólico y por ello sujeto a especulaciones, lo importante es que prácticamente todas señalan hacia este tiempo que estamos viviendo, de una manera u otra, y eso es lo más relevante en sí, máxime si consideramos que fueron pronunciadas en distintas épocas y por distintas culturas, algunas de ellas muy alejadas en el tiempo y en el espacio. Dicha confluencia en el tiempo actual es altamente significativa pues parece indicar una perturbación clave y decisiva para toda la humanidad, en su evolución como tal o bien su posible destrucción, un punto de no retorno donde las cosas dejarán de ser como eran para dar paso a otra nueva forma de humanidad.

Quizás cuando muchas mentes clarividentes a lo largo de la historia han centrado su atención en un momento determinado del tiempo es porque dicho momento está ya de algún modo señalado en el inconsciente colectivo de la humanidad y de algún modo aflora hacia este tipo de personas “especiales”.

Varios años antes de la Segunda Guerra Mundial, Carl Jung pudo predecir su entrada en el escenario de la historia y lo hizo desde su consulta psiquiátrica donde acudían los pacientes para ser tratados. Al analizar sus sueños descubrió como aparecían con mucha frecuencia imágenes simbólicas del Arquetipo del Destructor, un arquetipo o energía psíquica colectiva cuya fuerza emergente impresionaba las mentes de sus pacientes. Y efectivamente, años más tarde la Segunda Guerra Mundial arrasaba los campos de Europa.

Como decía el propio Jung: “El Inconsciente no tiene tiempo. No hay problemas acerca del Tiempo en él. Parte de nuestra Psique no está en el tiempo ni en el espacio. Estos son solo una ilusión, Tiempo y Espacio, y así en cierta parte de nuestra Psique el tiempo no cuenta para nada”.



La situación actual y futura vista desde la Astrología

Si hay alguna disciplina del conocimiento que estudie los ciclos esa es sin duda la Astrología, es más podríamos definirla como el conjunto de técnicas que estudia los ciclos de los astros –Sol, Luna, Tierra y demás planetas del Sistema Solar– y por analogía su correspondencia con el ser humano, partícipe como actor-espectador en esos ciclos, tanto a nivel individual como globalmente.

Las Etapas Evolutivas Planetarias:

En Astrología se da una relación de analogía entre las etapas evolutivas de la Tierra y el orden de jerárquico de los planetas, que nos anticipa una futura etapa regida por Venus donde la justicia y la armonía prevalecerán en la humanidad.

Desde un nivel de conocimiento analógico (“como es arriba así es abajo”) se puede establecer una serie de Etapas evolutivas en la Tierra señaladas por cada uno de los planetas, en función de su impacto y actividad evolutiva sobre nuestra Tierra. Dentro de esta línea podremos considerar las etapas realizadas y las que aún quedan por alcanzar en el futuro:

Periodo Solar: El Sol es el símbolo fundamental de la Vida en su acción primigenia y fecundadora sobre la Tierra. Establece las bases generadoras fundamentales que permitirán el surgimiento de la vida. Por tanto, su acción representa la primera etapa evolutiva en la implantación de la vida sobre la Tierra. Es la etapa más larga de todas y comprende desde la aparición de la Tierra como planeta del Sistema Solar, hasta el establecimiento de las condiciones idóneas para la vida.

Periodo Lunar: La Luna es el símbolo del instinto de supervivencia y de la nutrición en su acción defensiva y conservadora de la vida ya establecida en la Tierra. Su acción representa una segunda gran etapa evolutiva en el desarrollo de las bases instintivas de conservación de las especies frente al medio, de su crecimiento y diversidad adaptativa. Comprendería el amplio periodo evolutivo de las especies vivientes en su diversificación por adaptarse y adaptar el medio en su desarrollo, desde los primeros seres vivos hasta llegar al homo sapiens.

Periodo Mercurial: Mercurio es el símbolo del conocimiento, de la comunicación y del lenguaje en su impacto evolutivo de la esfera mental consciente (mente) de la Tierra, fundamentalmente dentro de la especie humana. Su acción representa una tercera etapa evolutiva que desarrolla la capacidad racional dentro de la especie humana. Es el periodo más corto y rápido comparado con los anteriores y se extendería desde la aparición del homo sapiens en la Tierra hasta nuestros días. Este periodo es el mejor conocido y comprende desde que la especie homo sapiens da sus primeros balbuceos en el lenguaje, hasta el lenguaje escrito y el desarrollo de la técnica, desde el hacha de sílex a la super-sofisticada tecnología de hoy en día. Ha sido un desarrollo tecnológico exponencial que ha sobrepasado a la capacidad de consciencia en la utilización de unas super-herramientas a disposición de un precario estado en la esfera moral, comparable a la de los estados primitivos cavernícolas donde lo que prima, sobre todo lo demás, es el poder del más fuerte. Todo esto genera necesariamente un estado de desfase cada vez más inestable y profundo que precisa desaparecer por medio de fuertes crisis de renovación hasta alcanzar una nueva y futura etapa de equilibrio, que se daría con el impulso evolutivo simbolizado por el siguiente planeta, Venus.

Periodo Venusino: Venus es el símbolo del equilibrio, la equidad y la relación y en su impulso evolutivo sobre la vida en la Tierra actuaría en tal sentido, restituyendo el equilibrio perdido durante esta fase final de la etapa mercuriana, que estamos viviendo. Así como durante la etapa de Mercurio el intelecto se ha desarrollado en toda su extensión, durante la etapa de Venus se desarrollará el sentido de la armonía y la equidad en las relaciones humanas. Por eso a Venus también se le denomina el planeta del Amor, pues su influencia nos encamina hacia una mayor comprensión del Amor que mantiene en una unidad equilibrada a todo el Universo. La nueva tarea evolutiva en la Tierra ha de pasar por el mejor entendimiento y desarrollo de las relaciones humanas y con el entorno que la Madre Naturaleza nos proporciona.

Según este simbolismo analógico entre el orden planetario y las etapas evolutivas en la Tierra, es de esperar que en el próximo futuro, cuando las cualidades que simboliza Venus vayan siendo alcanzadas, el mundo conocerá una nueva etapa desconocida hasta ahora, donde la justicia verdadera redistribuirá los bienes equitativamente entre los seres humanos, que se considerarán así mismos como hermanos, y se actuará en armonía y en equilibrio con el entorno natural, sin sobreexplotar las capacidades regeneradoras y reales de nuestra Madre Tierra.



Las Eras Astrológicas:

Las Eras Astrológicas son períodos temporales de aproximadamente 2.150 años, debido a la Precesión de los Equinoccios, un movimiento retrógrado (anti-horario) producido por la inclinación del eje terrestre, de carácter cíclico, que bambolea a los polos norte y sur del eje terrestre desplazando el punto vernal de Aries (comienzo de la primavera) frente a una constelación que se situaría detrás del Sol el día del equinoccio de primavera.

Este movimiento de sentido retrógrado (de la constelación de Tauro a Aries, de Aries a Piscis, de Piscis a Acuario, etc.), dividiría la historia humana en doce eras astrológicas, una por cada constelación zodiacal que recorre el polo norte celeste. Al ciclo completo se le denomina Año Platónico o Gran Año Cósmico y tiene aproximadamente 25.800 años. En las eras astrológicas, los asuntos humanos se sincronizan con estas constelaciones y, por tanto, el paso de una era a otra, así como el año platónico, pueden ser interpretados como saltos o cambios fundamentales en la línea del tiempo de la evolución humana, imprimiendo un carácter único en los avances religiosos, políticos, culturales, económicos y técnicos en la historia de la humanidad. Fundamentalmente, estos periodos suelen marcar el nacimiento, crecimiento, desarrollo, maduración y desaparición de los distintos contextos culturales y religiosos que han servido para la evolución de la humanidad.

Atendiendo a la historia y a los grandes personajes de la humanidad, se pueden distinguir siete eras, desde que el hombre habita la tierra, de acuerdo a sus analogías con los signos zodiacales de las constelaciones. Las fechas son aproximadas, pues las constelaciones zodiacales difieren en tamaño y suelen unirse o solaparse, por lo cual resulta muy difícil conocer con precisión cuando una era da lugar a la siguiente. Se ha de tener en cuenta que para cada signo de una era se reflejan también las influencias del signo opuesto actuando como un par de opuestos complementarios, aunque las características básicas son las del signo ocupado.

Con estas perspectivas, los lapsos temporales de las últimas seis Eras son:

Era de Leo (10.000-8.000 años a.c.): Caracterizada por la importancia del fuego y del culto Solar.

Era de Cáncer (8.000-6.000 años a.c.): Inicio cultura egipcia simbolizada por la gran esfinge, cuerpo de leo (anterior era de Leo) y cabeza de mujer (correspondiente a la era de Cáncer) y el culto a Isis. Auge del Matriarcado y los ritos de fertilidad, desarrollo de asentamientos en torno a la casa como lugar de encuentro familiar.

Era de Géminis (6.000-4.000 años a.c.): Desarrollo de la escritura y parece probable que se inventara la rueda, base de la comunicación en el comercio y transporte. Necesidad de registrar (escritura) y almacenar (tablillas, papiros) la información. Surgieron los estímulos necesarios para salir del entorno local y dar inicio al desarrollo del comercio.

Era de Tauro (4.000-2.000 años a.c.): En Egipto, Creta, Caldea y Asiria, las religiones tenían al Toro como divinidad y en Escandinavia del dios Thor y posiblemente el culto ancestral a la vaca, que todavía se mantiene hoy en la India. Las fiestas llamadas taurobolios, fueron las precursoras de las corridas de toros. En Egipto, el culto al buey Apis, refleja el emblema de Ra representando la fuerza y la estabilidad del poder creador. Este periodo representó el máximo esplendor egipcio, reflejado en la gran pirámide de Keops, síntesis arquitectónica de todas las artes y ciencias. La necesidad de seguridad y la identificación con el confort y la sensualidad en cualquiera de sus formas, características propias del signo de Tauro, encuentra su mejor ejemplo en las pujantes dinastías egipcias de esta época.

Era de Aries (2.000- Nacimiento de Cristo): En Egipto, los faraones de nombre Ramsés, corresponden al ciclo de Aries. El faraón Amenemhat sustituye el culto al buey Apis por el del carnero Amón. Este faraón construyó el templo de Karnak en cuya explanada, que conducía a la entrada principal del templo, esculpió una doble hilera de carneros. En Israel, su historia comienza con Abram, que significa hijo del carnero. Abram o Abraham, según los historiadores, nació en la fecha en que el Sol ingresaba a la constelación de Aries. Es muy significativo el sacrificio de un carnero realizado por Abraham, en lugar de su hijo. Durante estos tiempos Moisés, en el éxodo, recibió órdenes divinas, instaurando la religión del cordero y aboliendo la adoración del becerro de oro (anterior tauro). La sangre del toro ya no era propicia, fue la sangre del carnero la que comenzó a ser utilizada en los procesos de purificación.

En este periodo Grecia llego a su apogeo, las características de agresividad y competencia se muestran vívidamente en la fuerza física y preocupación por los deportes y el cuidado del cuerpo. El Vellocino de oro es un mito griego directamente relacionado con esta era: Jasón conquista el vellocino y lo convierte en la constelación de Aries.

Era de Piscis (Nacimiento de Cristo-2.000): El acontecimiento más significativo de la era de Piscis, es el nacimiento de Jesús el Cristo, la fundación y el desarrollo del cristianismo. Cristo fue el cordero prometido en la religión de Moisés dispuesto para ser inmolado. Destaca el hecho de que el pez fuera el símbolo utilizado para identificar a los primeros adeptos de esta religión. El dibujo de los dos peces sirvió a los primeros cristianos, que se encontraban en las catacumbas romanas, para reconocerse y comunicarse. El milagro que hizo Jesús de la multiplicación de los peces y los panes encierra un gran simbolismo astrológico: los peces y los panes tienen una relación clara con los signos de Piscis y Virgo, este último opuesto al primero y representado por una doncella que sostiene una espiga de trigo en la mano. En esta época las cualidades cristianas de amor, perdón y caridad, propias del signo de Piscis están arraigadas con diferentes matices en muchas religiones a nivel mundial, así como su repercusión a nivel social y político en los principios inspiradores de los derechos humanos.

La influencia del signo opuesto-complementario a Piscis, Virgo o la Virgen queda reflejada a través del culto mariano en la nueva religión, así como el hecho de que los ideales de virginidad y de pureza se constituyen en pilares de la misma, de tal forma que en la religión católica los sacerdotes y monjas han debido permanecer célibes, como símbolo y modelo de pureza y consagración a la divinidad.

Era de Acuario (2.000-4.000 d.c.): Según cálculos de diferentes astrólogos, las fechas más probables para entrar en la era de Acuario podrían ser el año 2038 (Elsa M. Glover), 2054 (Max Heindel) o 2080 (Shepherd Simpson) aunque muchos piensan que el cambio de era tuvo lugar a mediados del siglo XX. Todas estas fechas son relativamente cercanas entre sí, y teniendo en cuenta que la divisoria entre una era y su siguiente no es algo que sucede de un día para otro podemos decir que estamos en un periodo de transito en el que se disuelven las características de la era saliente (Piscis) y empiezan a surgir las de la era entrante (Acuario).

Según la Astrología las eras afectan la forma de pensar y los valores morales de la humanidad. La influencia de Acuario estaría ya empezando a notarse en aspectos como el desarrollo individual, social, cultural, científico y tecnológico y en la globalización acaecida durante el siglo XX.

Si consideramos las características de Urano, que rige la era de Acuario, vemos que Urano es el planeta de los descubrimientos, las grandes transformaciones, la originalidad, la libertad individual y colectiva, la fraternidad y el altruismo. Rige la inteligencia y el conocimiento de la relación del hombre con el hombre y con el cosmos. Todas estas particularidades, que influyen en la personalidad propia del nativo de Acuario, pueden verse también reflejadas a gran escala en los sucesos universales: las últimas corrientes de concepción filosófica -la New Age, el feminismo, la conciencia ecológica-, las tendencias vanguardistas en el arte, el nuevo concepto de familia y matrimonio en la sociedad moderna, los descubrimientos científicos, el acceso del hombre al espacio exterior, etcétera. Estos son, sin embargo, sólo los primeros indicios que la humanidad comienza a transitar, y que todavía no podemos definir con claridad. La última palabra sobre la esta era y sus efectos para la humanidad, la tendrá el paso de la historia.

Proyectándonos analógicamente en el tiempo la Era de Acuario traerá consigo una edad de hermanamiento universal arraigada en la razón, donde será posible solucionar los problemas sociales de una forma justa y equitativa, y con mayores oportunidades para la mejora intelectual y espiritual, ya que Acuario es un signo científico e intelectual y el planeta que lo rige, Urano, está asociado con la intuición (el sentimiento de lo que está más allá de la razón) y las percepciones directas del corazón; y a un nivel más básico, gobierna la electricidad y la tecnología.

Independientemente de que consideremos una u otra teoría sobre el inicio de la era de Acuario, hay un hecho que podemos calificar como indiscutible: la notoria influencia ya presente de Urano, el regente de Acuario, en los acontecimientos de las últimas décadas, y que desarrollamos a continuación con los ciclos planetarios.



Los Tránsitos y Ciclos Planetarios:

La astrología mundial es una especialidad que estudia los ciclos planetarios con el objetivo de tener una visión comprensiva de los procesos sociales y acontecimientos colectivos que afectan a la Tierra. Un primer paso es observar los planetas más lentos, Urano, Neptuno y Plutón, en su tránsito por los signos, también llamados generacionales por afectar a generaciones enteras.

Urano: se relaciona con las ideas colectivas. El ciclo de este planeta en torno al zodíaco es de 84 años, y su tránsito se caracteriza por la ruptura con respecto a los valores sociales vigentes representados por el signo que transita. A la vez, apunta hacia un nuevo modo en la expresión de dichos valores.

Neptuno: se relaciona con los sentimientos colectivos. El ciclo zodiacal de este planeta es de 165 años, y su tránsito revela los sueños, valores idealizados y anhelos inconscientes del colectivo, simbolizados por el signo que transita. Podemos observar su expresión externa en la seducción de las modas y en los movimientos sociales del momento.

Plutón: se relaciona con los procesos colectivos de transformación y regeneración. Su ciclo zodiacal es de 248 años, y su tránsito extrae de las profundidades -y destruye- aquellos valores representados por el signo transitado que ya no sirven o están corruptos, propiciando así el surgimiento de algo nuevo: cuando una casa está muy vieja y amenaza derrumbe lo mejor es tirarla para hacer otra nueva.

También es importante considerar los ciclos de Júpiter y Saturno, los llamados planetas sociales, que al ser más rápidos que los anteriores tienen menor implicación generacional pero en combinación con aquellos modifican y orientan los aspectos más sociales.

Júpiter: Da oportunidades y posibilidades diferentes a las que estamos acostumbrados. Ayuda a reconocer las soluciones favorables y optimistas. Proporciona entusiasmo y fuerza para actuar, que incluso puede convertirse en euforia, excesos, dispersión, falta de perspectiva y realismo. Su ciclo es de 12 años.

Saturno: Se relaciona con procesos sociales de toma de conciencia y responsabilidad pero a costa de limitaciones inhibiciones, bloqueos y demoras para madurar y dar claridad al significado de la crisis. Su ciclo es de 29 a 30 años.



Los tránsitos de Plutón

A modo de ejemplo vamos a considerar los tránsitos de Plutón como activadores de las situaciones sociales que han desembocado en la crisis financiera de 2008. Son ciclos de destrucción-regeneración.

El tránsito de Plutón por el signo de Sagitario se ha producido entre 1995 y 2008. Sagitario es un signo relacionado, entre otras cosas, con la religión y con el extranjero, y en este periodo el simbolismo plutoniano mostró su peor cara con el creciente terrorismo internacional, la expansión del fundamentalismo religioso, los flujos migratorios y la globalización de los conflictos bélicos. Sagitario es un signo que representa los excesos de todo tipo, y en estos años el consumismo desbordado y la tendencia a vivir por encima de las propias posibilidades se convirtió en algo muy común que llevó a un nefasto endeudamiento de las clases trabajadoras, y que tuvo su expresión más evidente en la crisis financiera del 2008, en donde se destaparon prácticas económicas obscenas generadas por la codicia sin límites de unos cuantos.

Plutón entró definitivamente en Capricornio en noviembre de 2008, donde permanecerá hasta el año 2024. Capricornio es un signo que se relaciona con las estructuras sociales, la política y la economía, por lo que la entrada de Plutón en este signo presagia profundas transformaciones en estos ámbitos. Por otro lado, sus desplazamientos durante 2008 a caballo entre los signos de Sagitario y Capricornio parece expresar una síntesis de ambos signos en un año en que salieron de la sombra los excesos, imprudencias y maquinaciones económicas de los sectores financieros.

La mayoría de astrólogos ya preveían desde hacía bastantes años que en 2008 se iniciaría un periodo caracterizado por importantes crisis en el ámbito de las finanzas y la política -atributos del signo de Capricornio- que llevarían a profundas transformaciones económicas y sociales.

De la misma manera que tenemos en consideración una previsión meteorológica de lluvia y tomamos el paraguas –aunque luego no llueva-, también sería prudente considerar las hipótesis de una previsión astrológica a fin de preparar el terreno para lo que pueda venir. Y esto no como un acto de fe, sino en base al porcentaje de aciertos derivados de la observación de los ciclos planetarios a través de la historia.

Los ciclos combinados

Para el estudio de los acontecimientos colectivos se toman como indicadores principales los ya mencionados planetas lentos Urano, Neptuno y Plutón, junto con Júpiter y Saturno que son los que les siguen en lentitud. Además de sus tránsitos por los signos, son de especial importancia los ciclos combinados de todos estos planetas.

Un ciclo combinado se inicia cuando dos de estos planetas entran en conjunción, cuando ambos coinciden en un mismo punto del zodíaco. A partir de aquí se desarrolla una relación en la que, como ocurre entre las parejas humanas, hay momentos de crisis, de distensión y de enfrentamiento. Las vicisitudes del ciclo combinado se deducen de los ángulos (90º, 120º, 180º, etc.) que se van formando al alejarse el uno del otro y que son significadores de fluidez o tensión.

El momento más intenso de un ciclo combinado es el que corresponde a la conjunción, pues señala el inicio de una relación que se desarrollará a lo largo de los años siguientes. Hay que señalar que en los raros momentos históricos que participan más de dos planetas en un inicio de ciclo son de esperar cambios especialmente significativos. Esto es lo que ocurrió entre 1988 y 1991 con la triple conjunción de Saturno-Urano-Neptuno en Capricornio, evento que solamente tiene lugar cada 500 años y que tuvo su momento álgido en 1989 cuando Júpiter hizo oposición a estos tres planetas desde el signo de Cáncer. Recordaremos que fue precisamente en esas fechas cuando cayó el muro de Berlín y se inició la desintegración de la Unión Soviética, dando lugar a una nueva correlación de fuerzas en el orden mundial.

El periodo 2008-2012

Volviendo al momento astrológico actual, observamos diversos factores coincidentes en el tiempo que deberían ser objeto de nuestra atención: Plutón ha entrado en Capricornio en 2008, pero también Urano entrará en Aries en 2010 y Neptuno en Piscis en 2011. Se trata de un momento singular pues, si tenemos en cuenta sus lentos desplazamientos, estos tres planetas, significadores del inconsciente colectivo, cambian de marco energético en un periodo muy breve. Junto con los cambios de signo de Urano, Neptuno y Plutón, vemos en este mismo periodo configuraciones especialmente dinámicas en las que participa Saturno de forma destacada. De forma general, Saturno en sus ciclos combinados con Urano, Neptuno y Plutón materializa la manifestación de estos tres planetas cuando entra en relación con ellos. Y también debemos considerar el ciclo combinado de Júpiter-Saturno pues está relacionado con coyunturas socio-económicas, culturales e ideológicas.

Todo esto nos lleva a observar que el 2010, precisamente el año que Urano entrará en el signo de Aries, se forma una figura de tensión en la que participan Júpiter, Saturno, Urano y Plutón. Tan sólo Neptuno parece permanecer relativamente ajeno a esta configuración planetaria que en argot astrológico denominamos "Cuadratura en T en signos cardinales". Urano en Aries nos remite a situaciones nuevas e imprevistas no exentas de brusquedad, pero el momento de máxima tensión lo tenemos para el 7 de Agosto de ese año, tal y como puede verse en la siguiente carta astral.

La Gran Crisis del 2010

Se trata de una configuración astrológica compleja que sucederá en torno al verano-otoño del 2010. Como todo en esta vida las cosas no suceden de un día para otro, son más bien un continuo causa-efecto que en un momento determinado alcanza su máximo, que en este caso se situará en el mes de Agosto del 2010 y posteriormente se seguirán sus consecuencias.

Se trata de una “cuadratura en T cardinal”, que implica fuerzas contrapuestas por las oposiciones y de gran tensión por las cuadraturas, en resumen una situación altamente conflictiva que no se resuelve de forma fácil. Si tenemos en cuenta que se da en signos cardinales (Aries, Libra y Capricornio) nos indica que esas energías se van a manifestar como un fuerte impulso para que se inicie algo nuevo y distinto a todo lo anterior, pero a costa de eliminar inercias y obstáculos del pasado. Es una renovación muy fuerte que afectará a todo el mundo y en todos los aspectos (político, económico, social, familiar, individual, etc.).

Esta configuración revela una evidente tensión entre los valores conservadores que buscan perpetuarse mediante alianzas (Saturno en Libra) enfrentados a posiciones ideológicas radicales y beligerantes en donde podría darse el fanatismo religioso (Urano-Júpiter en Aries). Todo ello bajo la influencia de Plutón en Capricornio que recibe esa tensión de ambas partes y que hace pensar en una salida abrupta que transforme en profundidad las estructuras sociales, económicas y políticas tal y como las conocemos. Y esto sin descartar otras posibles interpretaciones de esta configuración, relacionadas con perturbaciones geológicas o atmosféricas que podrían hacer todavía más complicada la situación.

Teniendo en cuenta los planetas lentos (Urano, Neptuno y Plutón) que son los que afectan de un modo global, vemos que Urano se sitúa en la cúspide de Aries, esto se podría traducir como un cambio profundo en el terreno de la mente, de los principios, de las ideas y de las concepciones sobre cómo enfocar la vida, además está en conjunción con Júpiter por lo que ese impulso se desarrollará y crecerá de un modo mucho más amplio y fuerte, incluso con excesos, que podrían considerarse como revolucionarios, y también llenos de fanatismo, como dijimos antes.

Las oposiciones que existen entre Urano-Júpiter con Saturno-Venus-Marte entre Aries-Libra pueden indicar rupturas, oposiciones agresivas-violentas, falta de entendimiento en las relaciones diplomáticas e internacionales que repercutirá en la política, en la economía y en toda la sociedad en general, tanto a nivel internacional como internamente dentro de las naciones. Esta situación podría incluso desencadenar situaciones bélicas (guerras) entre naciones y/o una mayor incidencia del terrorismo contra los estados.

Plutón es el planeta más importante en las cuestiones generacionales, pues al ser el más lento actúa a mayor profundidad en las estructuras sociales. Es el planeta de la destrucción (dios de los infiernos) para poder regenerar después, como en las erupciones volcánicas que también están regidas por él. Está situado en Capricornio (las estructuras, lo estable y lo establecido). Como Capricornio en el ámbito social representa fundamentalmente las instituciones (sociales, políticas, económicas, etc.), se puede concluir fácilmente que se va a producir una enorme convulsión en este terreno (destrucción y aniquilación de las instituciones existentes) a una escala global de todo el planeta. Plutón también es generador de terremotos, erupciones volcánicas, catástrofes naturales, etc., por tanto es de esperar que se vean incrementados todos estos fenómenos.

Neptuno en Acuario (signo fijo y de aire –mental-) tiene menos aspectos negativos, pero los que tiene con Saturno en Libra (relaciones sociales, diplomáticas) hacen pensar en engaños, falta de entendimiento, confusiones y desconfianzas en el ámbito de las relaciones sociales, congresos, cumbres y todo tipo de relaciones internacionales, cosa que refuerza lo ya dicho antes sobre Urano y sus oposiciones.

El Sol, situado en su propio signo dará la tónica general de esta configuración astral. Al estar situado en Leo, ejerce su mayor poder dentro del ciclo anual, es cuando se produce la maduración de los frutos y se realizan las obras plenamente, es el momento de su máxima expresión.

Hemos de añadir a todo lo anterior que los planetas trans-saturninos (Urano, Neptuno Y Plutón) están retrógrados, por lo cual su influencia se manifestará de un modo mucho más negativo que si fueran directos, marcándose está acción hasta que pasen a ser directos (puede suponer unos cuantos años), además estas influencias retrógradas son de carácter karmático, es decir deben cumplirse para restablecer un equilibrio perdido. Lo mismo se ha de aplicar a Júpiter que también está retrógrado y en conjunción con Urano.

La situación para el 2012

En las profecías mayas, basadas en su calendario, se señala que el 21 de Diciembre de 2012 marca el final de un ciclo materialista en el que para sobrevivir deberemos volver a sincronizarnos con los ciclos universales de la naturaleza. El inicio del nuevo ciclo precisará de un poderoso cambio en la conciencia humana y en la percepción que tenemos del mundo. Cabe recordar que es precisamente en 2012 cuando Neptuno entrará definitivamente en su signo, Piscis, completando así el cambio de signo de los tres planetas lentos Urano, Neptuno y Plutón vinculados al inconsciente colectivo.

La energía de Piscis-Neptuno se relaciona con la disolución, lo confuso y lo intangible, pero también con los sentimientos de unión, la empatía, el misticismo y el amor cósmico. Queda pues la esperanza de que las cualidades positivas de la energía neptuniana participen en los momentos difíciles que puedan acontecer.

Desde la perspectiva astrológica que nos ocupa, vemos que los planetas para el 21 de Diciembre de 2012 no presentan la situación de tensión extrema que pudimos ver en la carta astral del año 2010. Parece que en el 2012 estaríamos en una situación más favorable que en 2010. No obstante, si nos interesamos por la carta astral de esa mediática fecha veremos un aspecto tenso de cuadratura entre Urano y Plutón (relacionado con cambios bruscos e intensos) que estará activo hasta el 2015.

Igualmente destaca una configuración (denominada Yod) que involucra a Saturno-Plutón-Júpiter siendo éste último el planeta llamado focal. Esta configuración señala una presión subliminal por parte de Saturno y Plutón hacia lo significado por Júpiter, quien tiene la difícil tarea de conjugar principios de conservación y de transformación al mismo tiempo, y de realizar ajustes regenerativos con respecto a valores filosóficos, religiosos y espirituales, que son atributos jupiterianos. Encontrar el compromiso de esta síntesis no parece fácil, aunque lo señalado por esta configuración no parece estar demasiado lejos de los reajustes que según las profecías mayas deberíamos hacer si queremos dar un salto cualitativo, en lo que a nuestra conciencia se refiere.

La carta astral siguiente del 21-12-2012 está levantada para el solsticio de invierno (momento de entrada del Sol en Capricornio):

Tanto si nos fijamos en el calendario maya, como si hablamos de un cambio de era, como si consideramos otras fuentes, la conclusión es la misma: estamos acabando un ciclo e iniciando otro que afecta a todo el planeta. Desde la astrología hablaríamos de un proceso plutoniano de muerte y renacimiento en donde lo viejo se resiste a morir mientras lo nuevo pugna por nacer. Es por tanto comprensible que vivamos tiempos convulsos pues, al igual que ocurre en todo nacimiento, abandonar la seguridad del espacio conocido y afrontar el dolor ineludible del parto no es una experiencia fácil.

¿Cómo afrontar esta Gran Crisis de Cambio?

Este es un periodo que requiere de nuestra generosidad y entrega al proceso de cambio que está en marcha, a pesar de las dificultades que pueda comportar. Es evidente que no podemos evitar que se alteren las manchas solares y que estas variaciones puedan crear perturbaciones en la Tierra, y a estas alturas muy poco podemos hacer para detener el deshielo de los polos o para controlar otros factores imprevisibles como terremotos o tsunamis. Pero si somos generadores de una mayor conciencia en nosotros mismos y en nuestro entorno y nos esforzamos por desarrollar sentimientos y pensamientos positivos, estaremos contribuyendo favorablemente a una transición necesaria en el mundo que probablemente va mucho más allá de lo que somos capaces de comprender.

Quiero terminar con aquellas palabras que dijera Antonio Machado sobre nuestro camino en la vida:

Caminante, son tus huellas

el camino y nada más;

caminante, no hay camino,

se hace camino al andar.

Al andar se hace camino

y al volver la vista atrás

se ve la senda que nunca

se ha de volver a pisar.

Caminante no hay camino

sino estelas en la mar...

21 de abril de 2010

LOS PRINCIPIOS DE LA ASTROLOGIA

Por: José Gómez Manzano


LA ASTROLOGIA HOY

Me han propues-to hablar de Astrolo-gía como una opción más para entender esta  realidad nuestra de cada día y he aceptado aún cuando conozco los riesgos de esa simplona frivolidad que identifica Astrología con horóscopo diario, pero nada más lejos de mi propósito.

La Astrología arte y ciencia de los astros, madre de la Astronomía y como madre ya muy vieja, olvidada en su fecundidad, ultrajada y despreciada por unos, avergonzada con verborreas genéricas que siempre encajan a quienquiera las oiga, o encumbrada a religión por fanáticos.

En verdad pocos la comprenden. Es preciso abrir la mente y amplificar la intuición, en definitiva ser más creativos…


Oigamos que nos dijeron dos de los pocos sabios que en este mundo han sido:


Cuando el cien-tífico Halley, descubridor del cometa que lleva su nombre, le  reprochó a Newton su creencia en la validez de la Astrología, él respondió                     Sir Isaac Newton                                         lacónicamente:

                    “Es evidente que Ud. no estudió Astrología, yo sí”.




          
La Astrología representa  la suma de  todos los  conocimientos psicológicos  de  la  antigüedad. Como  los  buenos  vinos  tenemos las  cualidades  del  año  y  la  estación  en  la  que hemos  venido  a  este  mundo.  La  Astrología no debe justificar nada más”.

                                                                                                             Carl Jung




Desde los más remotos tiempos el ser humano ha mirado las estrellas como fuente de inspiración y esperanza. Hay algo en su titilante luz que nos saca de nosotros mismos y nos eleva hacia un plano superior. Cuando alzamos nuestros ojos al cielo ya no sentimos la aflicción de la Tierra. Nos elevamos hacia un plano superior.





















En momentos oscuros, como los que ahora corren, necesitamos saber que hay esperanza, que hay luz al final del túnel. Las estrellas siempre aportan esa fe en el futuro, manteniendo la promesa de que podemos encontrar paz en la mente motivándonos a abrir nuestro corazón para liberar nuestros miedos y dudas. Si nos sentimos perturbados en cualquier aspecto es el momento de contemplar ese grandioso panorama que nos rodea, esa “morada de los dioses” que es nuestro verdadero hogar. Solo hay que mirar hacia arriba…



LOS PRINCIPIOS DE LA ASTROLOGÍA



Todo comienza en sus principios y la Astrología tiene los suyos propios.

Comenzaremos pues dando entrada a los siete Principios de Hermes Trimegisto, “el tres veces grande”, el Mercurio alado mensajero de los dioses y legendario padre de la Astrología, que nos legó, según la tradición, estos principios esotéricos (ocultos) y que en su honor también llamamos herméticos.

Veremos que nos dicen esos principios, fundamento de toda verdadera sabiduría.





1º. PRINCIPIO MENTAL (De la Esencia):

Todo es MENTE; el universo es mental”.

La Astrología se establece mediante este principio al considerar que el individuo está unido a todo el Universo y por tanto es uno con él, está “fabricado” de su misma esencia.

Esa esencia es la Mente Universal, matriz de todo lo que ha existido, existe y existirá, aunque ella en sí misma permanece fuera del espacio y el tiempo.




2º. PRINCIPIO DE CORRESPONDENCIA (De la Analogía):
  


Como es arriba, así es abajo. Como es abajo, así es arriba”.

Este principio es esencial para el entendimiento e interpretación en Astrología. Se entiende que el individuo está en sintonía con el Universo, por lo que al nacer lo hace según las energías del Sistema Solar, unidad de orden superior que le contiene y en la que se manifiesta como ser humano.

Si miramos hacia “arriba” en un momento determinado en el Sistema Solar, veremos lo que hay “abajo” en la Tierra en el nacimiento de un individuo concreto en ese preciso momento.



3º. PRINCIPIO DE VIBRACIÓN (De la Energía):
 


Nada descansa, todo se mueve, todo vibra”.

La Astrología entiende al ser humano como una unidad en continuo estado de movimiento. Todo en su ser se mueve: sus átomos, sus moléculas, sus células, sus órganos, su cuerpo etc., pero del mismo modo también su mente, su mundo emocional, su espíritu, en definitiva su espacio-tiempo…

¡Es fácil experimentar este principio en uno mismo!




4º. PRINCIPIO DE POLARIDAD
(De los Extremos Circulares):

Todo es dual; todo tiene polos; todo tiene su par de opuestos; los opuestos son idénti­cos en naturaleza,  pero diferentes en grado; los extremos se encuentran; todas las verdades no son sino medias verdades; todas las paradojas pueden ser reconciliadas”.

Es evidente: Luz y oscuridad, bien y mal, día y noche, vida y muerte, actividad y pasividad, positivo y negativo,  acción y reacción, atracción y repulsión, etc.

La Astrología se apoya en este principio para organizar signos, planetas y casas en diferentes polaridades, como ya veremos llegado el momento.



5º. PRINCIPIO DE RITMO (Del Cambio):



Todo fluye, fuera y dentro; todo tiene sus mareas; todas las cosas suben y bajan; la oscilación del péndulo se manifiesta en todo; la medida de la oscilación hacia la derecha es la medida de oscilación hacia la izquierda; el ritmo compensa”.

“La energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma”. Toda transformación está sometida a ritmos cíclicos de cambio y sucesión.

El ritmo de los ciclos astrológicos es esencial para interpretar como evolucionan los acontecimientos, permitiendo un grado satisfactorio de predicción sobre tendencias y posibilidades futuras.



6º. PRINCIPIO DE CAUSA-EFECTO (De la Causalidad):
 
Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo sucede de acuerdo con la ley; casualidad no es sino un nombre para la ley no reconocida; hay muchos planos de causación, pero nada se escapa a la ley”.

La ciencia actúa bajo este principio, aunque solo a nivel de lo físico. Sin embargo existen conexiones “sin causa” aparente entre sucesos, son las casualidades, que no son casualidades. Este fenómeno se llama sincronicidad y resulta de una conexión entre distintos planos de manifestación

Ejemplo: Estoy pensando en alguien y al doblar la esquina me lo encuentro… En Astrología los efectos observados en lo físico pueden tener su origen en otro nivel: emocional, mental e incluso espiritual.

  
7º. PRINCIPIO DE GÉNERO (De la Dualidad):

El género está en todo; todo tiene sus principios masculino y femenino; el género se manifiesta en todos los planos”.

La sexualidad en los seres vivos es expresión de este principio creativo y generador.

En Astrología los 12 signos zodiacales se dividen en 6 masculinos y 6 femeninos, alternándose mutuamente según el principio del género. Los masculinos expresan las energías proyectivas y extrovertidas, que van hacia fuera; mientras que los femeninos expresan las energías receptivas e introvertidas, que van hacia dentro.




El último principio hermético es conclusión y síntesis de los siete anteriores:


EL PRINCIPIO DE TRANSMUTACIÓN (De la Transformación):



“El conocimiento, sino se manifies­ta y expresa en la acción, es como amontonar metales preciosos: algo vano. Como la riqueza, está destinado al uso. La ley del uso es universal, quien la viola sufre en razón de su conflicto con las fuerzas naturales. La mente (como la materia y los elementos) puede ser trasmutada, de estado a estado; de grado a grado; de condi­ción a condición; de polo a polo; de vibración a vibración. La verdadera transmutación hermética es un arte mental”.

La Astrología basada en los principios herméticos, que hemos viso, entiende el Todo como Uno y por ello Sincronizado, de tal modo que la llamada “casualidad” es solo ignorancia de la Causalidad en todos los planos. Así, estando en armonía con esa unidad mayor que nos contiene (el Sistema Solar), nuestro nacimiento y vida no es producto del azar sino de la trasmutación de energías de un orden mayor que nos sustenta.


Mediante el conocimiento de estos principios, la Astrología puede comprender, analizar e iluminar esas zonas inconscientes que nos ligan con el Todo, que presionan desde dentro, y que nuestros egos generalmente sofocan, contribuyendo así al desarrollo de una mayor conciencia y libertad del ser humano.


BIBLIOGRAFÍA: EL KYBALION. Tres Iniciados.

6 de abril de 2010

ECLIPTICO Y ASCENSIONAL

Por: Germán Rosas

Las palabras eclíptico y ascensional proviene de la terminología de la ASTRONOMÍA DE POSICIÓN. Cuando los planetas son vistos en su valores eclípiticos, se llaman POSICIONES ECLÍPTICAS; y cuando los planetas son vistos en sus valores reales, es decir, desde el lugar de nacimiento y a la hora de nacimiento, entonces a esas posiciones se denominan POSICIONES ASCENSIONALES.

En la historia de la astrología se conocieron siempre esas dos denominaciones, porque las observaciones de los planetas eran hechas en forma directa, a ‘ojo pelao’. Con los descubrimientos de Isaac Newton en relación a las leyes de la gravitación universal, se establecieron con precisión las mediciones del movimiento de los planetas, sean vistos desde el centro del sol, sean vistos desde el centro de la tierra o sean ellos vistos desde el lugar en donde cada ser humano tienes sus pies, pero jamás se dibujaron las POSICIONES ASCENSIONALES en un gráfico como sí se dibujaron LAS POSICIONES ECLÍPTICAS, en diferentes formatos, lo que popularizó mucho el gráfico eclíptico.

Fue en el siglo 20, cuando Karl Khür, alemán, tuvo la idea de dibujar LAS POSICIONES ASCENSIONALES en un gráfico y se sorprendió al ver que vectores de 120 grados eclípticos desaparecían, igual vectores de 90 grados eclípticos, etc., y aparecían vectores solamente ascensionales que no estaban en el eclíptico. Esto trajo un revolución en la astrología y los mejores astrólogos del mundo comenzaron a profundizar esta idea. Casi todos eran matemáticos y hay que recordar que no existía ni siquiera una calculadora de suma y resta.

Dentro de quienes destacaron en este nuevo enfoque estuvieron Anthony Nelson Page, Wendel Polich (a quien conocí, merecí su amistad y me honró con su correspondencia sobre temas de investigación astrológica, hasta su muerte cerca del año 1980), Alexander Marr (que hizo un software para calcular horóscopos eclípticos y ascensionales que es el más famoso que existe dentro de los investigadores del tema...), y naturalmente el mundo de los astrólogos en general quedó fuera de toda posibilidad de comprensión de estas innovaciones debido a sus limitaciones culturales.

El profesor Wendel Polich me manifestó en Buenos Aires, en su casa de Quilmes, lo siguiente: “me visitan matemáticos que no saben el simbolismo astrológico y me visitan astrólogos que no saben matemáticas. no puedo hablar con ninguno de ellos, ni ellos comprenden de lo que hablo”.

En el desarrollo del uso de estos dos tipos de vectores, eclípticos y ascensionales, Wendel Polich y Anthony Nelson Page diseñaron lo que le llamaron leyes de la realización de los sucesos y lo publicaron en un libro sobre direcciones primarias, naturalmente sin lectores.

Allí decían que un vector eclíptico sin respaldo ascensional, no se realizaba en los hechos reales de la vida de la persona. que un vector eclíptico con respaldo ascensional de todas maneras se realizaba en la vida de la persona. que un vector eclíptico que es respaldado en el ascensional por un vector ascensional MODIFICADO, se cumplía en la vida de la persona de la manera modificada, aunque él lo esperaba del modo eclíptico.

Tuve el honor de sistematizar estas leyes de realización de los sucesos humanos y le envié una ley más que decía que, cuando solamente hay vectores ascensionales sin ningún apoyo en vector eclíptico, el suceso ocurría sin que el ser humano supiera por qué le ocurría eso que le ocurría.

El profesor Polich me contestó al respecto y luego le añadí como una explicación de fondo las leyes del karma, etc.

Este tema es muy importante. Lo que escribí en relación a estas leyes en la lección seis del sistema de astrología GR, redactadas en 1992/93, ordenaron toda esa extraordinaria síntesis para comprender por qué a los seres humanos les pasa lo que les pasa en su devenir cotidiano por este mundo. He hecho énfasis en todo esto, porque yo no he creado esas terminologías y el honor intelectual es siempre remitir al investigador a las fuentes, siendo la fuentes como los padres y las madres de lo que sabemos.

Son valiosas esas leyes porque se usan en el modo como actúan los tránsitos eclípticos y ascensionales, las progresiones y los sistemas de predicción basados en los movimientos de la luna.

Todo eso es de una total precisión, y las personas que no se han acercado a la astrología no pueden experimentar la belleza de la unidad del ser humano / sistema solar.

Y lo es más la belleza cuando se experimentan las leyes de las doce personas, conocimiento que sí es de mi total autoría.

Los seres humanos confunden lo que son los comportamientos con los hechos, pero esto no se puede evitar sino solamente educándolos en la simplicidad de la naturaleza humana, cuya complejidad solamente es válida cuando no se tiene el instructivo de sus diferentes maneras de abordar la vida.

He hecho toda esta explicación para sentar con claridad el hecho que la astrología ganó hace tiempo el valor de una ciencia exacta, adherida a una parte de la física contemporánea y que explica cómo, un material tan pequeño como la masa humana dirige en forma versátil sus ejes de equilibrio dentro de campos de fuerzas predecibles, desde el momento de su nacimiento, y que los observadores externos llaman vida humana.